Desde 2015, un programa a cargo de la Carrera de Kinesiología de la Universidad Católica de Chile y la Unidad de Patología mamaria del Hospital Sótero del Río, implementan un modelo de intervención kinesiológica temprano y prospectivo en pacientes que serán sometidos a cirugía por cáncer de mama, evitando complicaciones que afectan la movilidad y la funcionalidad del brazo y hombro del lado operado.
Karol Ramírez Parada, profesor asistente de la Carrera de Kinesiología de la UC y Jefa del Diplomado de Kinesiología en Cáncer UC, lidera esta innovadora iniciativa con énfasis en un modelo de atención preventivo en vez de reactivo.
El cáncer de mama es el segundo cáncer más común a nivel mundial y el más frecuente entre mujeres. En Chile, además, tiene una carga de enfermedad 20% más alta comparada con el resto del mundo.
Los tratamientos médicos, han mejorado el pronóstico de esta patología, sin embargo, pueden estar asociados a complicaciones que impactan negativamente la calidad de vida de los sobrevivientes.
La cirugía es el tratamiento principal y generalmente, se realiza tanto en la mama como en la axila, y se asocia a deterioro del movimiento del brazo, dolor y linfedema (inflamación del brazo provocado por la extirpación o el daño de los ganglios linfáticos por la cirugía o la radioterapia) que conducen a una limitación funcional del miembro superior.
“Cuando llegué al Hospital Sotero del Río, encontré que muchos pacientes tenían dificultad para mover el brazo, dolor y linfedema, y los pacientes necesitaban de varias sesiones a la semana para poder resolver la condición que los afectaba”, señala Karol Ramírez.
La literatura científica afirma que cerca del 40% de los pacientes sometidos a este tipo de cirugía, presentará alguna limitación en sus actividades de la vida diaria, aguda o crónica. “El modelo de intervención kinesiológica temprana permite prevenir complicaciones mediante educación y vigilancia prospectiva hasta 2 años post cirugía, o bien, intervenir de manera precoz en alguna complicación detectada en el periodo de seguimiento”.
El modelo implementado por Ramírez integra a la kinesiología desde el momento del diagnóstico. “Si el paciente no presenta una limitación funcional, utilizaremos alrededor de 16 sesiones en total, desde el diagnóstico hasta los 2 años de seguimiento. Nuestro primer encuentro con el paciente comienza en la fase de pretratamiento o prehabilitación, en dónde es fundamental la evaluación y preparar al paciente para su cirugía, con ejercicios específicos para el cuadrante superior. Luego mantenemos una fase de seguimiento hasta que el paciente completa 2 años desde la cirugía, en donde es primordial la educación y la pesquisa precoz de alguna complicación que requiera ser tratada; si encontramos alguna alteración, la resolvemos generalmente entre 3 a 6 sesiones, y luego la paciente continúa en vigilancia.
Una de las complicaciones más temida para los equipos de salud y pacientes es el linfedema, por el impacto físico, emocional y social que genera. La especialista señala: “El año 2018 pudimos analizar los primeros datos del programa y encontramos que apenas tenemos una incidencia de 11% de linfedema, asociado a pacientes que tienen más factores de riesgo, tales como obesidad, sedentarismo y mayor número de ganglios extirpados, por tanto, en esas pacientes hacemos mayor énfasis en la educación. Las pacientes que han desarrollado linfedema, presentan un aumento de 2 a 3 centímetros de diferencia en comparación al brazo contralateral, las pacientes perciben el brazo más duro y pesado, pero no requieren, por ejemplo, modificar sus prendas de vestir. La adherencia al programa es elevada, sobre el 90% de los pacientes se mantienen en control cada 3 meses por 2 años; más de 200 pacientes han finalizado el programa y un número similar esta en seguimiento activo”.
El tratamiento kinesiológico está garantizado en las guías del GES de cáncer de mama, pero hasta la fecha son muy pocas las unidades de patología mamaria que disponen de profesionales especializados.
La Unidad de Patología mamaria del Hospital Sótero del Río cuenta con un manejo integral que incluye a médicos oncólogos, cirujanos, matronas, enfermeras de enlace, psicólogos y kinesiólogos. “Esperamos que se difunda este modelo de atención en centros públicos y privados del cáncer. La clave está en ser proactivos en vez de reactivos”, concluye la docente de Kinesiología UC.
TESTIMONIOS:
“CON LA KINESIOLOGÍA PUDE RECUPERAR EL MOVIMIENTO DE MI BRAZO”
Graciela Espinoza fue diagnosticada con cáncer de mama en el 2016, a sus 55 años. “En la cirugía me hicieron una mastectomía total y me extirparon 36 ganglios axilares. Cuando tenía que iniciar la radioterapia tuve que retrasarla porque no podía mover el brazo por un dolor intenso que no me permitía ni siquiera mover una sábana. Desde mi hospital de base me derivaron a kinesiología del Sótero y empecé a hacer ejercicios, masajes y elongaciones, inmediatamante hubo un cambio en mi vida, el dolor inmovilizante comenzó a disminuir, recuperé la movilidad del brazo, pude iniciar la radioterapia a las 2 semanas de iniciados los ejercicios y después seguí en controles en kinesiología cada 3 meses hasta que completé 2 años desde la cirugía. Hoy logré pintar mi casa entera y el brazo no me dolió ni se hinchó para nada, y trabajo cuidando a 5 niños en mi casa. Muchos dijeron que el brazo se me iba a hinchar, porque me habían sacado muchos ganglios, que no podía barrer o levantar más de 1 kilo de peso. Sin embargo, la kinesióloga me educó en cómo hacer ejercicios y lo más importante, siempre me decía que tenía que volver a realizar mis actividades de siempre. Me cuido de picaduras de insectos y cualquier tipo de heridas, realizo mis ejercicios todos los días y sé que si un día siento pesadez o diferencia al colocarme mi ropa debo acudir inmediatamente a evaluación”.
“MI BRAZO LLEGÓ A TENER 3 O 4 VECES EL TAMAÑO DE LO NORMAL”
En el caso de la paciente Victoria Fredes, ella fue diagnosticada en 1992 con cáncer de mama, a los 45 años. Fue sometida a una mastectomía total izquierda y le sacaron varios ganglios de la axila. Este año cumple 27 años desde que fue diagnosticada, la enfermedad nunca volvió, pero se instauró un linfedema en el brazo del lado de la cirugía. Nunca había sido derivada a kinesiología hasta que a inicios del 2018 ingresó a la unidad de kinesiología oncológica del Sótero.
“Tenía hinchado todo el brazo y mucho dolor. No me cabía ninguna ropa, mi brazo llegó a tener un tamaño 3 o 4 veces lo normal y la gente me miraba en la calle, y me fui aislando en casa. Con el tratamiento de kinesiología, con masajes, una máquina que aprieta y suelta, y muchos ejercicios, el brazo comenzó a colocarse más blando y luego a deshincharse. Me entregaron vendajes y mangas que uso dependiendo si el brazo está más o menos duro. Mi brazo se puso blando y quedo en menos de la mitad de lo que era cuando llegué a kinesiología, sigo en controles una vez al mes, y la kinesióloga me dice que eso será para siempre, porque el linfedema es crónico”.
“Cuando converso con los pacientes que van a kinesiología para prevenir el linfedema los motivo a que sigan asistiendo a sus controles para que no les suceda lo que me pasó a mi. Sobreviví al cáncer, pero mi calidad de vida era muy mala, me daba vergüenza el brazo y no podía ayudar en mi casa por mi constante dolor, hoy no me duele nada, volví a sonreír y me siento feliz.”
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