Según una publicación realizada en el portal de la facultad de Medicina de la Universidad de Chile desde que la greda llega como tierra, hasta que un macetero, una fuente o una tinaja están listos para ser vendidos, hay una larga cadena de trabajo. El material primario es acarreado, amasado, secado y luego pulido, horneado y teñido. Labores repetitivas, malas posturas, extensas jornadas de trabajo y la falta de condiciones ergonómicas ideales para llevar a cabo el oficio, han hecho que las dolencias musculo esqueléticassean la principal consulta en el Centro de Salud Familiar (CESFAM) de la zona de Pomaire.
Actualmente este proyecto, dirigido por el académico Marcelo Vásquez, está convocando a quienes deseen capacitarse durante diez sesiones en técnicas preventivas de estas enfermedades y en masoterapia. Los participantes deben comprometerse a aplicar y socializar lo aprendido entre sus compañeros de oficio y en sus lugares de trabajo.
Proyecto de continuidad
Esta iniciativa tiene su origen en 2017, cuando la Ludwig Maximilian University of Munich (Alemania) convocó a las universidades de Chile y Austral de Chile y a los planteles peruanos Nacional del Altiplano y Cayetano Heredia, para levantar información diagnóstica sobre salud ocupacional en ámbitos rurales. Así comenzó el trabajo con las alfareras de Pomaire.
«Este fondo de extensión es una manera de darle continuidad y extender la intervención que realizamos. No hay que olvidar además que la zona de Pomaire y Melipilla son campos docentes asistenciales de nuestra Universidad, entonces existe un lazo y un contacto permanente a través de nuestros internos», explica el Profesor Vásquez.
Trabajo informal y de mujeres
Hasta hace unas décadas este oficio se traspasaba entre generaciones, pero actualmente los jóvenes están saliendo de la zona por estudios o trabajo. Quienes desempeñan la alfarería en Pomaire son en su mayoríamujeres, con un promedio de edad de 55 años. También se han incorporado, en un número menor, inmigrantes a estas fábricas.
Otra de las características del proceso productivo es la precariedad de los utensilios, recurriendo a alambres, pedazos de plástico y vidrio y usando motores de lavadoras para los tornos. Muchas trabajadoras se sientan en tambores o tablones para trabajar, sin contar con el respaldo adecuado. Además de estas condiciones, la alfarería es un trabajo informal, por lo que quienes lo desempeñan no cuentan con previsión de salud.
Eliana Espinoza, funcionaria del Departamento de Atención Primaria y Salud Familiar y corresponsable del proyecto, comenta que es llamativo cómo los trabajadores de la greda han normalizado a lo largo de los años sus dolencias. «Generalmente consultan durante los meses de marzo y junio cuando el trabajo baja su intensidad. También es muy común que no finalicen su tratamiento kinésico«, señala.
Los diagnósticos se repiten: tendinitis, hombro doloroso y problemas al codo y la espalda, sobre todo la zona baja.
Se distribuirá material educativo
Luego de las sesiones a cargo de un kinesiólogo y una doctora del CESFAM, además del apoyo de un académico del Departamento de Kinesiología, será el propio de centro de salud el que continúe el trabajo acompañando a los monitores formados, reforzando conocimiento y facilitando espacios para que se realice el trabajo preventivo. Los internos que lleguen a esa localidad también continuarán apoyando a estos líderes estratégicos.
Junto a esto, el Profesor Vásquez explica que se distribuirá material educativo «con información sobre las posturas correctas e incorrectas y ejercicios de prevención. La idea es que sea difundido y puesto en los lugares de trabajo». Además, el proyecto contempla la compra de sillas de masoterapia, las que serán instaladas en lugares estratégicos de las fábricas y el CESFAM.
Trabajo intersectorial
Finalmente, Eliana Espinoza destaca que el hecho de tener internos en la comuna ha facilitado el acercamiento con la Dirección de Salud comunal y con la población de Pomaire. «Esto nos ha permitido conocer su realidad y estar en contacto con sus inquietudes más cotidianas. De la misma forma, este fondo de extensión hace que la Universidad de Chile tenga una presencia distinta porque no venimos solamente a recoger datos para una investigación, sino que estamos dejando un conocimiento que les será útil», apunta.
Por su parte, Marcelo Vásquez manifiesta que uno de los desafíos será el generar orientaciones respecto a este oficio, que vayan más allá de los aportes que se puedan hacer desde el área de la salud. «Sabemos que un trabajo intersectorial es vital y que involucre autoridades y otras organizaciones. Nos interesa aportar en orientaciones político-técnicas para garantizar una mejor calidad laboral y de vida para estas trabajadoras», dice.
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