De manera inesperada y acompañado de algunos colaboradores, entre ellos familiares, llegó el pasado domingo 17 de marzo hasta la sede Melipilla de Universidad del Pacífico, el Presidente del Directorio del desaparecido plantel educacional, Pablo Ortúzar Muñoz, quien alertado por una ola de robos que ha sufrido el edificio de la zona, se hizo presente para constatar en terreno los graves daños, producto de la delincuencia y por cierto, el abandono del mismo, tras la grave crisis financiera que afectó a la UPA.
En el lugar también se hicieron presentes carabineros de la 24ª comisaría local, quienes acompañaron al hijo del fundador de la universidad, Julio Ortúzar Prado, en su recorrido por las instalaciones, constatando los destrozos y pérdidas materiales.
Pero la real sorpresa vendría minutos más tarde, cuando Pablo Ortúzar recibió de manera inesperada, la visita de algunos funcionarios y alumnos de la sede Melipilla, quienes acudieron a su encuentro al no recibir respuestas concretas por sus respectivos destinos; sueldos e imposiciones impagas entre otros, en el caso de los trabajadores, y entrega y tramitación de documentos correspondientes, en el caso de los alumnos afectados.
Carlos Sáez, representante de los estudiantes y alumno de quinto año de la carrera de Enfermería indicó en la oportunidad que, la idea de hacerse presente fue para “enfrentar a este caballero que destrozó sueños e ilusiones de más de dos mil estudiantes, dejando a todos botados sin dar nunca la cara. Quiero que reconozca que cometió un error, un delito, y que pague con cárcel”, aseguró.
En tanto, María Teresa Cáceres, quien se preparaba para cursar este 2019 su cuarto año de enfermería destacó que “vine porque ni siquiera lo conozco (a Pablo Ortúzar), ya que a las reuniones siempre manda representantes y me gustaría conocer la cara de quién nos estafó”, sosteniendo además que “quiero que el gobierno se haga cargo y nos ayude para que quedemos en el curso que nos corresponde y no en el curso que quieren dejarnos otras instituciones privadas”.
Un domingo de alta tensión
Transcurrida la mañana y luego de un tenso “cara a cara”, entre alumnos y funcionarios con quien fuera, además, el ex vicerrector de Planificación y Desarrollo del desafortunado plantel, Ortúzar Muñoz accedió, finalmente, a una improvisada reunión, no sin antes solicitar resguardo policial, ante el susto de ser agredido.
En la reunión y al ser consultado por el destino de la universidad, un nervioso Pablo Ortúzar indicó a los presentes que el año pasado la casa de estudios “se vio en la necesidad de vender el edificio de la casa central, contra lo cual se pagaron deudas y finiquitos de trabajadores que tenían un contrato con indemnizaciones a todo evento”, entre los que estuvo considerado el ex Vicerrector de Administración y Finanzas de UPA y además, cuñado de Pablo Ortúzar, Italo Giraudo Torres, para quien también tuvo algunas palabras. “Él está contrademandado para que restituya esa plata a la Universidad”.
Por otra parte y al preguntarle los trabajadores, sobre su visita a Melipilla, sin previo aviso a ellos para haber podido sostener una reunión, en donde se podrían haber despejado dudas e inquietudes sobre sueldos impagos e indemnizaciones, entre otros, la autoridad del plantel sostuvo que “yo no vine escondido” y “la universidad no tiene dinero”, haciendo alusión además, a que su familia, especialmente algunos de sus hermanos que trabajaron en la institución, también se han visto sobrepasados con esta situación. “Están buscando pega desesperados”, argumentó.
En la reunión que duró cerca de una hora, el hijo de Julio Ortúzar Prado, se excusó, también, endosando responsabilidades a otras autoridades y colaboradores cercanos, como fue el caso con el actual Rector de Upacífico, Georg Spee, con quien demostró no tener mayor cercanía. “Yo me he tratado de comunicar con el rector, pero él no me ha dado respuestas de nada”, expresó.
Un final triste y desgastante
Antes de culminar la reunión con el grupo de trabajadores y alumnos de sede Melipilla, el presidente del directorio de UPA se comprometió con lo siguiente. “Con los trabajadores, lo que vamos hacer es pelear con la empresa Standard para que nos restituya los 340 millones (de pesos) con los que se va a ocupar, fundamentalmente, para enterar remuneraciones”, mientras que con los estudiantes, Ortúzar sólo se excusó señalándoles tratar de agilizar la entrega de su documentación, ya que parte importante de las carpetas de los alumnos estarían en Sede Las Condes, cuyo edificio ya no le pertenece a la Universidad sino a la mencionada empresa Standard, quien según lo dicho por Ortúzar, aún no permiten retirar dicha documentación.
Finalmente, Silvia Guerrero Acevedo, Coordinadora de Admisión y difusión de la universidad y sede Melipilla, destacó el trato vergonzoso, indigno y humillante, por parte de su empleador, “con alumnos y funcionarios”, agregando que “siento que se burló y lo sigue haciendo a su modo, al venir, por ejemplo, sin avisarnos siquiera a sus colaboradores para conversar. Para quienes amamos nuestro trabajo, esto es muy frustrante, porque diste lo mejor de ti y porque ves cómo un proyecto tan importante para la zona, se esfuma por una mala administración que hoy ni siquiera tiene para finiquitarnos”.
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