La película sobre el hombre detrás de la bomba atómica, es una superproducción de cine clásico. “Estamos lidiando con la historia más seria y adulta que puedas imaginar”, anuncia el director británico
Christopher Nolan nunca ha sido de los que toman un camino sencillo o directo al hacer una película.
Filma en gran formato con cámaras grandes y engorrosas para obtener la mejor imagen cinematográfica posible. Prefiere los efectos prácticos a los generados por computadora y las ubicaciones reales a los estudios, incluso cuando eso significa recrear una explosión atómica en los fuertes vientos del desierto de Nuevo México en medio de la noche para Oppenheimer, que se estrena el 20 de julio en Argentina y América latina (un día después, en Estados Unidos).
A pesar de los rumores de Internet, en la filmación no detonaron un arma nuclear real.
Y en cuanto a la biografía que inspiró su nueva película, la fascinante narrativa lineal de Kai Bird y Martin J. Sherwin, American Prometheus, fue simplemente el punto de partida para elaborar un seductor laberinto de suspenso y drama.
Es por eso que, en sus dos décadas de trabajo en Hollywood, Nolan se ha convertido en una franquicia en sí mismo: el raro guionista y director de filmes de autor que hace películas intelectualmente estimulantes y comerciales, que representan más de 5.000 millones de dólares en ingresos de taquilla. Esa combinación es parte de la razón por la que es capaz de atraer a ganadores del Oscar y estrellas de cine no sólo como actores principales, sino también para que en otros casos participen en una escena o dos.
“Todos hemos estado tan intoxicados con sus películas”, dice Emily Blunt, quien interpreta a Kitty, la esposa de J. Robert Oppenheimer. “Esa exploración de grandes temas de forma entretenida no se da. Simplemente no sucede. Esa profundidad, la profundidad del material y, sin embargo, en esta escala épica masiva”.
En la vasta y compleja historia del brillante físico que supervisó el Proyecto Manhattan y el desarrollo de la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial, Nolan vio interesantes posibilidades para jugar con el género y la forma. Estaba la carrera para desarrollarla antes que los alemanes, el espionaje, el romance, la agitación doméstica, un drama judicial, egos heridos, maquinaciones políticas, pánico comunista y la carga de haber creado algo que podría destruir el mundo.
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Y luego estaba el hombre mismo, amado por la mayoría, pero odiado por muchos, quien, después de alcanzar el estatus de ícono en la sociedad estadounidense, vio su reputación y sentido de identidad aniquilados por las mismas instituciones que lo construyeron.
“Es una historia muy ambiciosa para contar”, afirma Matt Damon, quien interpreta al general Leslie Groves Jr. “Al leer el guion, tuve la misma sensación que tuve cuando leí Interstellar, que fue: ‘Esto es genial. ¿Cómo diablos va a hacer esto?’”.
Tampoco está tan desconectado de las otras películas de Christopher Nolan. Como señaló el crítico Tom Shone en su libro sobre el director, “Miradas de una manera, sus películas son todas alegorías de hombres que primero encuentran su salvación en la estructura sólo para resultar traicionados o engullidos por ella”.
Nolan recurrió a Cillian Murphy para que asumiera la gigantesca tarea de interpretar a Oppenheimer. Murphy ya había actuado en cinco películas de Nolan, incluida la trilogía de Batman, Dunkirk (Dunkerque) e Inception (El origen), pero esta sería su primera vez como protagonista, algo por lo que había suspirado en secreto.
“Sientes una responsabilidad, pero luego una gran hambre y emoción por intentar hacerlo, para ver a dónde puedes llegar”, dice Murphy, quien se preparó extensamente durante seis meses antes de filmar, trabajando de cerca con Nolan en todo momento. “Fue muchísimo trabajo, pero me encantó. Hay este tipo de escalofrío, esta energía cuando estás en un set de Chris Nolan sobre el potencial de lo que vas a lograr”.
Sería un papel que lo consumiría todo y requeriría alguna transformación física para aproximarse a esa famosa silueta delgada. Una figura compleja y contradictoria, Oppenheimer emergió de una juventud algo incómoda para convertirse en un hombre renacentista que parecía tener la misma pasión por el texto sagrado hinduista Bhagavad Gita, Proust, la física, los idiomas, Nuevo México, las cuestiones filosóficas sobre el desarme y el martini perfectamente mezclado. Pero Murphy sabía que estaba en buenas manos.
“Es el director más natural con el que he trabajado. Y las notas que le da a un actor, son bastante destacadas. La forma en que puede llevarte suavemente a un lugar diferente con tu actuación es bastante sorprendente de una manera tan sutil y discreta”, cuenta Murphy. “Puede tener un efecto profundo en la forma en que miras una escena de una toma a otra”.
Nolan escribió la línea de tiempo principal de la película en primera persona, para representar la experiencia subjetiva de Oppenheimer.
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“Queremos ver todo a través del punto de vista de Oppenheimer”, anuncia Nolan. “Ese es un gran desafío para un actor porque tiene que preocuparse por la actuación, la verdad de la actuación, pero también asegurarse de que eso siempre esté abierto a la audiencia”.
La otra línea de tiempo, filmada en blanco y negro, es más objetiva y se centra en Lewis Strauss (Robert Downey Jr.), miembro fundador de la Comisión de Energía Atómica y partidario del desarrollo de la bomba de hidrógeno más destructiva.
Oppenheimer es la primera película con clasificación R (que requiere que los menores de 17 años la vean acompañados de un padre o tutor) en Estados Unidos desde Insomnia (Insomnio) de 2002, con la que se siente cómodo después de años de trabajar exclusivamente en los terrenos de la clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años). Se adapta a la gravedad del material.
“Estamos lidiando con la historia más seria y adulta que puedas imaginar: eventos muy importantes y dramáticos que cambiaron el mundo y definieron el mundo en el que vivimos hoy”, expresa Nolan. “No quieres ceder de ninguna manera”.
Gran parte de la filmación tuvo lugar en Nuevo México, incluido el laboratorio real de Los Álamos, donde miles de científicos, técnicos y sus familias vivieron y trabajaron durante dos años en el esfuerzo por desarrollar la bomba. Nolan reclutó a muchos de sus colaboradores frecuentes detrás de escena, incluida su esposa y productora Emma Thomas, el director de fotografía Hoyte Van Hoytema, el compositor Ludwig Göransson y los supervisores de efectos especiales Scott Fisher y Andrew Jackson, así como algunos recién llegados como la diseñadora de producción Ruth de Jong y la diseñadora de vestuario Ellen Mirojnick para ayudar a dar vida a este mundo.
“Fue un set muy enfocado, un set divertido también, no demasiado serio. Pero el trabajo fue serio, el sudor de los detalles fue serio”, cuenta Blunt. “Todos necesitan igualar la excelencia de Chris, o quieren hacerlo”.
Cuando se trataba de recrear la prueba Trinity, el nombre elegido por Oppenheimer para la primera detonación nuclear, el arte y la vida se mezclaron de manera visceral.
“Queríamos poner a la audiencia allí en ese búnker”, afirma Nolan. “Eso significaba realmente tratar de hacer que estas cosas fueran tan hermosas, aterradoras e inspiradoras como lo habrían sido para la gente en ese momento”.
Aunque no se usaron armas nucleares reales, organizaron muchas explosiones reales para aproximarse al fuego atómico cegadoramente brillante y la nube en forma de hongo.
“Para hacer eso de forma segura en un entorno real en el desierto nocturno, hay un grado de disciplina, enfoque y adrenalina y simplemente ejecutar eso para la película que hace eco y refleja lo que estos muchachos atravesaron en la escala más grande de una manera realmente interesante”, informa Nolan. “Sentí que todos tenían esa sensación muy, muy estrecha de tensión y concentración en todas esas noches de rodaje”.
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El clima también “hizo lo que tenía que hacer, según la historia”, dice Murphy, mientras el viento se levantaba y azotaba el set.
“Se rumorea que tengo mucha suerte con el clima y no es el caso. Es sólo que decidimos filmar sin importar el clima”, cuenta Nolan. “En el caso de la prueba Trinity, fue esencial, fundamental para la historia, que esta gran tormenta se avecina con un tremendo drama. Y lo hizo. Eso realmente hizo que la secuencia cobrara vida”.
Agrega: “Lo extremo de esto me puso muy en la mentalidad de cómo debe haber sido para estos chicos. Realmente se sentía como si estuviéramos afuera”.
Luego, por supuesto, está la experiencia de ver Oppenheimer.
“Cuando estás haciendo una película, siento que estás adentro mirando hacia afuera”, grafica Blunt. “Es realmente abrumador verlo reflejado, especialmente una de esta magnitud. … Sentí que mi coraza se iba a romper, fue tan intenso”.
La esperanza es que cuando Oppenheimer se estrene, las audiencias estarán tan involucradas y la buscarán en la pantalla más grande posible. La película se exhibirá en salas IMAX, otro reflejo de la grandeza de Nolan. A medida que más y más autores han tenido que mediar, ya sea para ir a estrenos con escalas más pequeñas o asociarse servicios de streaming para obtener el tipo de presupuesto que alguna vez pudieron haber tenido en los estudios, como Ridley Scott y Martin Scorsese han tenido que hacer este año, Nolan continúa haciendo sus películas a gran escala.
“Cada una de sus películas ha sido revolucionaria a su manera”, afirma Murphy. “Es un acontecimiento cada vez que estrena una película, y con razón”.
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