El desempeño sexual es un factor relevante para la autoestima de los varones, ya que forma parte de lo que se espera de estos como imagen social: tener siempre ganas, mantener erecciones duraderas y con una potente rigidez, etc. En este contexto, experimentar “fracasos”, “fallos” o “dificultades” con la erección va a afectar a la valoración de sí mismos y a su actuación en futuros encuentros sexuales.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DMS-5, la disfunción eréctil es una “dificultad marcada para conseguir una erección durante la actividad sexual, para mantener la erección hasta finalizar, o por la reducción marcada de la rigidez de la erección”. Puede aparecer en situaciones concretas o ser generalizada, y se produce con más frecuencia conforme el hombre va cumpliendo años.
Así, entre el 13 y el 21 % de varones mayores de 40 años y entre el 40 y el 70% de los mayores de 60-70 refieren problemas frecuentes de erección. En España, por ejemplo, se estima que afectaría a entre 1,5 y 2 millones de individuos. Esto se traduce en que el 40 % de hombres mayores de 40 años y del 67 % mayores de 70 sufren disfunción eréctil en alguna medida.
El pánico de la primera vez
En hombres jóvenes y de mediana edad, las causas más frecuentes son de índole psicológica. Por ejemplo, no es raro que se produzca durante la primera relación sexual, debido al alto estrés y las expectativas sobre la situación (rendimiento, lugares poco adecuados, etc.). En este trance, no hay condiciones para alcanzar una buena excitación y no se puede dedicar suficiente tiempo a la relación.
Entre los factores fisiológicos, hay que citar la diabetes, los problemas cardíacos o una disminución de los niveles hormonales. También la favorecen hábitos como el sedentarismo (el ejercicio es lo mejor para la actividad sexual), el alcohol (un potente depresivo, pese a que muchos jóvenes crean lo contrario), el tabaco (aumenta la probabilidad de sufrir una disfunción eréctil casi al doble) y el efecto de ciertos fármacos como antidepresivos, ansiolíticos o benzodiacepinas.
Y frente a lo que piensan también muchos jóvenes, las sustancias ilegales (el uso continuado de marihuana, cocaína, éxtasis y similares) contribuyen tanto a la disfunción eréctil como a otros problemas sexuales.
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