La destacada atleta nacional contó a través de sus redes sociales un crudo testimonio de abusos sexuales e injusticias.
La destacada corredora nacional Giselle Álvarez escribió un crudo relato de denuncia de abusos sexuales a través de la red social Instagram. La atleta publicó una serie de imágenes con el testimonio de varios años de su infancia en la que fue violada y abusada sexualmente por su padrastro, Pedro Delgado Olivares.
Álvarez contó que la pareja de su mamá comenzó a abusar de ella desde que tenía 8 años. «Él me violaba, tenía sexo conmigo como si yo fuera una pareja de su edad», en la habitación en la que dormía con su madre, escribió.
A los 12 años, luego de unos talleres en los que tuvo educación sexual, la atleta dio cuenta que lo que estaba viviendo era abuso, por lo que pudo ponerle un alto al hombre bajo la amenaza de contarle a su madre de lo que él estaba cometiendo.
Luego de haber salido de su hogar gracias al deporte, y tras años de silencio, la atleta supo del testimonio de abusos que entregó Erika Olivera y otros testimonios de gimnastas de Estados Unidos, y se motivó a denunciar lo que también había sufrido, confiando en su compañera deportiva y luego en su familia.
Con esto, Giselle pudo encarar al agresor, quien confesó incluso frente a su madre haber violado a la atleta cuando niña, y llevó el caso a la justicia. Sin embargo, no hubo condena, y Pedro Delgado está libre.
En la publicación, la atleta explicó las razones y escribió que “Se determinó que los hechos eran constitutivos como delitos de abuso sexual de menor y violación de menor. Sin embargo, por el tiempo transcurrido desde que sucedió todo, los delitos quedaron prescritos, por tanto no hubo pena ni sanción”.
Giselle Álvarez y el deporte como su refugio
Giselle, asimismo, explicó cómo el deporte fue su refugio mientras vivía situaciones difíciles en su vida:
«Fueron años de constante sacrificio, pero tenia una menta, debía conseguir alejarme de todo aquello que me había hecho daño, pero sobre todo, tener mi propia vida y no tener que seguir escapando, porque mi pasión por el deporte también fue mi refugio, fui constante no solo porque me gustaba el atletismo, también en gran medida porque me permitió estar lejos del criminal que me acosaba y paralelo a eso, el dolor, el cansancio físico de los entrenamientos y las carreras, borraban de mi mente, el trauma que cargaba conmigo», escribió.
La deportista espera que su historia también sea un llamado: “lo hago como una forma de hacer justicia moral por los hechos que sufrí, pero también como un testimonio que busca servir de ejemplo para aquellas víctimas que aún guardan y arrastran su dolor en el silencio de su interior”.
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