Algunas partes emblemáticas de Marrakech, como la plaza de Yamaa el Fna, son consideradas patrimonio mundial de la Unesco desde 1985.
«¡Esto es sólido!». Fatima Sanusi, de 68 años, toquetea con sus manos las paredes de su casa, aliviada de que esta resistiera al devastador terremoto en Marruecos que destruyó otras decenas de edificios del centro histórico de Marrakech.
Conocida por la riqueza de su patrimonio arquitectónico, esta ciudad turística se vio muy afectada por el potente sismo del viernes en Marruecos y esto resulta palpable en las 700 hectáreas de su medina, donde hay impresionantes montañas de ruinas.
Las murallas del siglo XII que rodean la ciudad imperial, fundada en el año 1070 por la dinastía de los Almorávides, quedaron parcialmente destruidas.
El epicentro del terremoto en Marruecos, que provocó más de 2.100 muertos, se ubicó en la provincia montañosa de Al Hauz, situada a unos 70 kilómetros al suroeste de Marrakech (centro del país).
«Tras una catástrofe como esta, lo más importante es salvar vidas humanas. Pero también debemos preparar inmediatamente la segunda fase, que consistirá en la reconstrucción de escuelas y bienes culturales afectados por el terremoto», explica Eric Falt, director regional de la oficina de la Unesco en el Magreb.
Algunas partes emblemáticas de Marrakech, como la plaza de Yamaa el Fna, son consideradas patrimonio mundial de la Unesco desde 1985.
Pocas horas después de la catástrofe sísmica, Alt inspeccionó la parte antigua de la ciudad durante dos horas.
«Ya podemos decir que (los daños) son mucho más importantes de lo que temíamos. Hemos visto fisuras importantes en el minarete de (la mezquita de) Kutubia, la estructura más emblemática, pero también ha quedado destruido casi completamente el minarete de la mezquita de Kharbouch» en la plaza de Yamaa el Fna, afirma Falt.
«Grandes disparidades»
A pocos metros de esa mezquita, con las paredes llenas de grietas, hay comerciantes sentados en sus taburetes y varios clientes en la terraza de un café de los años 1960.
«El barrio más afectado es el de la Mellah (el antiguo barrio judío), donde las destrucciones de casas resultan las más espectaculares», afirma Falt.
Aunque los lugares históricos fueron restaurados en los últimos años y reforzaron su estructura, no tuvieron la misma suerte todos los edificios de la ciudad.
«Hay grandes disparidades«, reconoce Sylvain Schroeder, un francés propietario de una decena de casas tradicionales (riads).
La tranquilidad en el patio de su casa contrasta con la destrucción de las viviendas colindantes, con un aspecto más modesto y precario.
«El agua del estanque se movió (durante el sismo), pero eso es todo. El resto ha quedado intacto», añade este propietario francés señalando las paredes y las vigas de un edificio «que fue recientemente restaurado y la estructura, reforzada«.
Al otro lado de esa callejuela, las paredes de un inmueble tienen un aspecto muy frágil y parece que podrían derrumbarse.
El terremoto en Marruecos dejó una situación de fragilidad enorme. «Cuando caiga la mínima lluvia, podría derrumbarse como un castillo de naipes«, predice Schroeder
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