Un estudio paleogenético realizado con más de 10.000 individuos de toda Europa ha demostrado que, pese a los avances alcanzados por el feminismo en el último siglo, la desigualdad de género se ha mantenido «obstinadamente» en muchos lugares de todo el mundo, según se detalla en un estudio publicado este lunes (13.03.2023) por la revista PNAS.
El informe, realizado por la Universidad de Washington en San Luis (WashU, por sus siglas en inglés), revela que en Europa los prejuicios contra las mujeres surgieron en la Edad Media y se heredan desde entonces.
Desigualdad heredada por varios factores
El equipo analizó restos dentales de más de 10.000 individuos de 139 yacimientos de toda Europa del último milenio.
De esta manera, descubrió que, quienes viven en zonas que históricamente han favorecido a los hombres en detrimento de las mujeres, muestran hoy más prejuicios en favor de los hombres que quienes viven en lugares donde las relaciones de género eran más igualitarias hace siglos.
El estudio sugiere que las actitudes de género se «transmiten» o heredan a través de la educación y la cultura y que los prejuicios sobreviven incluso a los grandes cambios socioeconómicos y políticos, como la industrialización y las guerras mundiales.
Una excepción que apoya su hipótesis
De hecho, los investigadores observaron una excepción que refuerza su teoría: en las regiones que vivieron un reemplazo de población abrupto y a gran escala -como una pandemia o un desastre natural-, la transmisión de estos valores se interrumpía.
«La edad media de los esqueletos de este estudio es de unos 1.000 años y se remonta a la época medieval. Por lo tanto, es sorprendente que los patrones de prejuicios sexistas que existían en esa época y en épocas anteriores se sigan reproduciendo en las actitudes contemporáneas«, opinó Margit Tavits, catedrática de la WashU.
La catedrática añadió que «las normas de igualdad de género transmitidas de una generación a otra pueden persistir incluso si las instituciones o las estructuras incentivan la desigualdad, y viceversa».
Por eso, señaló Tavits, «el mensaje de nuestra investigación es que las normas y las políticas no van a ser suficientes para socavar las creencias sexistas profundamente arraigadas y mantener las igualitarias. Hay que abordar las fuerzas culturales que canalizan estas creencias».
Para estudiar la igualdad de género en la historia, los investigadores analizaron las hipoplasias lineales del esmalte dental, las lesiones permanentes en los dientes causadas por traumatismos, malnutrición o enfermedades que aportan una información esencial sobre la salud y las condiciones de vida de una persona.
Diferencias entre hombres y mujeres en el pasado
Estas diferencias entre dientes masculinos y femeninos en un mismo lugar indican qué sexo recibía un trato preferente en términos de atención sanitaria y recursos dietéticos en la época.
Una y otra vez, los investigadores hallaron pruebas que vinculaban las actitudes discriminatorias históricas y contemporáneas. Por ejemplo, las personas que vivían en una zona históricamente igualitaria tenían un 20% más de probabilidades de tener actitudes favorables a las mujeres que las que vivían en zonas más favorables a los hombres.
«Estos resultados respaldan la idea de que los prejuicios históricos persisten porque se transmiten de una generación a otra y solo se producen cuando no se interrumpe la transmisión entre generaciones. Nos sorprendió que surgiera una relación tan clara», concluyó Tavits.
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