(Fuente emol)
Se trata de Natalia Guerra, madre de la guagua que murió en diciembre de 2012. Había sido condenada a cinco años de prisión.
SANTIAGO.- Dos años después de que el Juzgado de Garantía de Quilpué condenara por el delito de parricidio a Natalia Guerra Jequier, madre del recién nacido asesinado en 2012 en un ritual realizado en Colliguay, la mujer fue detenida tras un operativo de la PDI.
Según información a la que accedió Emol, efectivos de la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales (Bipe) detuvieron a Guerra después de un operativo realizado entre las 9.00 y 10.00 horas en un sector de parcelas de Talagante.
La mujer, sentenciada a cinco años de prisión, era monitoreada hace semanas, pero no fue fácil dar con ella ya que durante ese lapso no salió de la vivienda en la que pernoctaba.
En marzo de 2017, tras años de investigación, el Juzgado de Garantía de Quilpué dictó condenas contra el grupo de jóvenes, entre ellos la madre del bebé, quien participó del ritual donde fue sacrificado por la supuesta proximidad del fin del mundo.
Pese a ello, Natalia Guerra no pisó nunca alguna unidad penal del país para cumplir su sentencia, puesto que su rastro se perdió… hasta hoy. Según aseguró Carabineros entonces, la mujer escapó pese a la orden de detención en su contra.
«Antares de la Luz»
El hecho ocurrió una noche de noviembre de 2012 cuando un grupo, liderado por Ramón Castillo, alias «Antares de la Luz», realizó un ritual para sacrificar al recién nacido.
Cuando se descubrió el hecho, cinco meses después, Castillo huyó a Perú donde se suicidó, mientras que el resto del grupo fue formalizado por la justicia.
Además de Guerra, Pablo Undurraga, sindicado como el brazo derecho de la comunidad fue condenado como autor de homicidio calificado.
El resto de los miembros del grupo -María del Pilar Álvarez, David Pastén, Carolina Vargas, Josefina López y Karla Franchy- fueron condenados a 3 años de libertad vigilada intensiva por su participación en calidad de encubridores del delito de homicidio calificado.
Según el dictamen judicial, a ninguno de los imputados se le consideró la atenuante de imputabilidad disminuida, ya que de acuerdo a sus propias declaraciones ante la PDI, al momento del crimen lloraban por lo que estaba ocurriendo, lo que da cuenta de que se encontraban conscientes de la ilicitud y gravedad de los hechos.
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