Prevención y educación: pilares para disminuir la mortalidad por cáncer de piel

Dr. Álvaro Pantoja

 Jefe Unidad Dermato-oncología 

Fundación Arturo López Pérez

Durante los últimos años hemos tomado mayor conciencia sobre el cuidado del medio ambiente, adoptando diversos hábitos que contribuyen a la mejora de la calidad de vida y que ayudan a disminuir el impacto del ser humano en el planeta.

En 1985 se descubrió un agujero en la capa de ozono, la cual se ubica en la estratósfera y filtra los nocivos rayos ultravioleta emitidos por el sol. Desde entonces, se han impulsado medidas para eliminar los elementos que afectan este escudo natural y para advertir a la población acerca de los riesgos que representa para la salud la sobreexposición solar, siendo esta, una de las principales causas del cáncer de piel.

En los últimos años, esta enfermedad se ha incrementado sostenidamente, tanto en Chile como en el mundo. Según datos del Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS), entre el 2012 y 2022 se registró un aumento de un 37% en las defunciones por cáncer de piel, específicamente a causa del melanoma maligno y otros tipos de tumores malignos de la piel. 

El ritmo de crecimiento de este cáncer ha sido exponencial. En FALP: de 20 o 25 pacientes con lesiones sospechosas en su piel, 15 presentan efectivamente cáncer. Sus edades fluctúan entre los 40 y los 60 años, pero también ocurre entre gente más joven. Una de las causas de esto puede deberse a la desinformación y escasa conciencia que existía en décadas anteriores sobre la relación causal entre esta enfermedad y la radiación ultravioleta. 

Si bien los chilenos se han vuelto cada vez más receptivos a las iniciativas que alertan de los peligros de la radiación solar y promueven el cuidado de la piel, es necesario contar a nivel nacional con programas públicos que adviertan y eduquen puntualmente sobre esta temática.   

En la actualidad, el uso de elementos de protección- como protector solar, lentes, sombrero y ropa oscura- se sigue relacionando al verano, específicamente a la playa o la piscina, por lo que es fundamental fortalecer la educación y concientización en la comunidad sobre su uso durante todo el año, entendiendo que la sobreexposición a los rayos solares, tanto esporádica como permanente, es acumulativa aumentando el riesgo de desarrollar cáncer de piel. 

Además de educar a la población sobre el uso de elementos de protección, también se debe avanzar en qué antecedentes personales pueden aumentar el riesgo de desarrollar esta enfermedad. La participación activa de las personas en el autocuidado (prevención) y aprendizaje de metodologías tales como el autoexamen cutáneo (detección precoz), representan estrategias comprobadas para contener tanto el aumento de su incidencia como el tratamiento oportuno en etapas tempranas.

 

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