Con el objetivo de responder de mejor forma a las principales necesidades y demandas en salud de los usuarios que viven en el sector poniente de la capital y pertenecen a algún pueblo originario, el Servicio de Salud Metropolitano Occidente cuenta con cuatro casas de salud mapuche.
En estos recintos asistenciales ofrecen atención con pertinencia cultural lo que permite que las prestaciones que reciben los pacientes se adecuan a sus particularidades y creencias específicas, respetando así su idiosincrasia.
Un ejemplo de esto son las actividades de promoción y prevención en salud que se organizan en conjunto con la comunidad, como fue la segunda Jornada del Conocimiento de Adolescentes y Jóvenes Indígenas “Epu Amuley Wechekeche Ñi Rakizuam” que se llevó a cabo en el Centro Ceremonial Mapuche de la comuna de Lo Prado.
Durante este encuentro, se desarrollaron dos iniciativas que habían sido previamente solicitadas por los participantes: un taller teórico practico de poesía mapuche y otro de técnicas ancestrales indígenas para realizar piezas artísticas en greda, que les permitió conocer el significado de los diseños de la alfarería precolonial.
La antropóloga y Jefa (s) de la Unidad de Salud y Pueblos Indígenas, Violena Millahual Antinao, explicó que “uno de los problemas que más impactan a los jóvenes son los de salud mental por lo que es indispensable que se sientan orgullosos de su cultura porque eso les permitirá sentirse parte de un grupo e integrarse a la sociedad en conjunto”.
Palabras con las que coincidió la psicóloga Veronica Barra Soarzo, referente técnica del Programa Nacional de Salud Integral de Adolescentes y Jóvenes de la Unidad de Ciclo Vital, quien señaló que “si nosotros sabemos cómo funciona su cultura y qué piensan podemos atenderlos mejor, adecuándonos a sus necesidades específicas”.
Por su parte, una de las jóvenes integrantes de la comunidad mapuche de Lo Prado, socia de la Asociación del Consejo Mapuche de Pudahuel y miembro de la Mesa de Dialogo con Jóvenes Indígenas de Salud Occidente, Jennifer Llancapán Huenullán, de 23 años, sostuvo que esta instancia los ayuda a empoderarse.
“Aquí tenemos un espacio propio donde podemos expresarnos libremente y tener una sana conversación entre pares para compartir experiencias personales y no sentir que hay cosas que me pasan sólo a mí, escuchar a otros que están pasando por lo mismo genera lazos de ayuda”, ratificó.
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